Jesús
tuvo un motivo al dirigirse a la gente, Él conocía completamente el
corazón de ellos, y sabía que no le estaban siguiendo para
servirle, sino por sus dádivas. La primera reflexión que surge de
esta lectura, es meditar respecto al motivo del por qué seguimos a
Jesucristo.
La
multitud que seguía a Cristo estaba siendo motivada por algo, ellos
ya habían visto milagros, sanación de un leproso, de un paralítico,
había resucitado a una niña, había dado de comer a cinco mil
personas, les gustaba como predicaba. ¿Qué les motivaba de Jesús,
su vida o sus señales? ¿Qué motiva tu corazón? ¿Por qué
seguimos a Jesús? ¿Por sus dádivas, sus añadiduras o el servirlo?
¿Qué nos motiva realmente?
Una
de las reflexiones que aflorecen a la luz de este acontecimiento, es
la interrogante de si se puede ser seguidor de Cristo y no ser su
discípulo.
Este
es uno de los problemas más graves de la Iglesia hoy en día. Seguir
a Cristo de lejos y no ser un verdadero discípulo de Cristo.
Jesús
no estaba interesado en las multitudes, en otras palabras no le
interesaba la cantidad, El le interesaba la calidad.
En
este tiempo Dios está preocupado por su Iglesia, por sus hijos, por
la calidad de sus discípulos.
El ser discípulo no
es sólo el seguir a Cristo, ni tampoco el ser cautivado por sus
señales, sus milagros, su poder.
El ser discípulo involucra tres actitudes que el mismo Jesús
patentó en este pasaje:
1.-
NEGARSE A SI MISMO (v. 26)
Lc
9:23; Mateo 10:37-39; 16:24.
Uno
de los grandes dilemas de un cristiano con respecto al servicio a
Dios, es el “yo” interno que tenemos. Si examinamos nuestras
vidas, y nos preguntamos ¿hasta qué punto nuestro “yo” gobierna
nuestras vidas? Nos daríamos cuenta que la gran parte de los
problemas que tenemos para dejarnos gobernar por Cristo, es producto
de nuestro “yo”. Amar a Jesús mas que a nosotros mismos, es
negarnos a nuestro “yo”.Pablo en cierta ocasión le dice a
Timoteo, “ten cuidado de ti mismo, y de tu doctrina”. Dejar que
Cristo tome el primer lugar en nuestras vidas, es algo que tiene que
pasar primeramente por el negarnos a nosotros mismos.
2 Cor. 5:15.
Vivimos
cada día pensando en satisfacer nuestras necesidades, en buscar las
añadiduras que Dios nos puede dar, y hemos olvidado que Dios está
interesado en conocernos, en que lo sirvamos sin esperar nada a
cambio. ¿Para qué servimos a Dios? ¿Para el bien de nosotros o
para agradar su corazón? Jesús nos está diciendo que aquel que
quiera ser su discípulo debe amarlo a El más que a todas las cosas,
y más que a su propia vida. Recordemos uno de los mandamientos más
importantes que el mismo Jesús, resumió la Ley en este mandamiento:
“Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y con
toda tus fuerzas”. ¿Por
qué razón Dios, quiere que por medio de un mandamiento lo amemos
con todo nuestro ser?, yo me preguntaba esto, ¿el amar a Dios es
algo de sentimiento o una obligación de todo discípulo. Algunos
pueden decir; “yo a veces
siento que no amo a Dios”, o
no “me nace amar a Dios”.
Saben que amar a Dios o a
Jesucristo no es una emoción o sentimiento, no es algo que queramos
o no queramos, es un mandamiento. Jesucristo en cierta ocasión,
estando con sus discípulos, diciéndoles que ya había llegado su
hora, Pedro le dice algo. Juan
13:36-38: ¿Y a
dónde vas, Señor? --preguntó Simón Pedro. --A donde yo voy,
no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.
--Señor --insistió Pedro--, ¿por
qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta la vida.
--¿Tú
darás la vida por mí? ¡De veras te aseguro que antes que cante el
gallo, me negarás tres veces!
En
otro pasaje se dice de la misma ocasión.
Mat 26:33
Respondiendo Pedro, le
dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.
Jesús le dijo: De cierto te digo
que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Pedro le dijo: Aunque me sea
necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos
dijeron lo mismo.
Cuantas
veces le hemos demostrado a Dios nuestro amor con cosas bonitas que
le decimos, con promesas que nunca cumplimos. Yo creo que en ese
momento Pedro estaba sintiendo
dar la vida por el Señor, estaba emocionado
por Jesús. Sin embargo lo que pasó después conocemos la historia.
Cuando Jesús resucitó se encontró con sus discípulos y
desayunaron juntos, leamos el pasaje. Juan
21:15-18: Cuando
hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro:
-Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí,
Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
Volvió a decirle la segunda vez:
Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí,
Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
Le dijo la tercera vez: Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese
la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes
todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
De cierto, de cierto te digo:
Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas
cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y
te llevará a donde no quieras.
En
el original griego, Jesucristo las primeras dos veces que le pregunta
a Pedro, utiliza la palabra agapao,
que significa amar, y
Pedro respondía con phileo,
que significa querer. En la tercera pregunta, Jesús utiliza la misma
palabra que usaba Pedro. Es decir la lectura quedaría así, Simon
hijo de Jonás…
Jesús
con la última pregunta quería saber si efectivamente existía el
sentimiento que Pedro había manifestado en sus respuestas. Pedro
entendió luego la diferencia entre una emoción y el amor verdadero
que Jesús estaba pidiendo. Lo vemos en sus escritos donde utiliza
mas de nueve veces la palabra ágape
o agapao.
Dios
nos esta llamando a volver nuestro corazón a El, volver nuestro amor
hacia a El, podemos estar haciendo todas las cosas extremadamente
bien, pero si nuestro amor no ha alcanzado esa entrega completa, ese
afecto entrañable por Cristo, de nada sirve.
La
crítica que recibió la Iglesia de Éfeso fue precisamente por este
tema.
Vayamos
a Apocalipsis 2:1-5.
¿Por
qué Dios iba sentenciado a la Iglesia de Éfeso? Porque había
dejado de hacer las obras que emanaban de su primer amor, el
versículo clave de este pasaje es el v.5.
Ella no tenía que hacer más obras, pues las estaba haciendo bien,
sino que las tenía que hacer, cimentándolas en el amor ferviente
que tenían al principio.
Amar
a Cristo más que a todo, y negarnos a nosotros mismos, es lo que
demanda El para ser su discípulo. El tenía toda autoridad para
decirnos que debemos negarnos, El es el ejemplo más notorio en la
biblia de aquel que se niega. Filipenses
2:5-11. Esta es la prueba
más grande de alguien que se negó por completo para venir a dar la
vida por los que ama. No nos fijemos en nosotros mismos, sino en
agradar a aquel que nos llamó. Busquemos la gloria de Dios y no la
de los hombres, no seamos como los fariseos. Juan
12:42-43
Dios
está preparando algo para esta generación. Lo que la generación
anterior no vio, lo verá esta.1
Corintios 2:9
2.-
DETERMINACIÓN (v.27)
El
ser discípulo de Cristo es una decisión, así mismo como lo es el
cargar la cruz, el cargar
nuestra cruz. Cuando Jesús
dijo esto, los oyentes entendieron perfectamente lo que estaba
tratando de decir, pero a pesar que lo entendieron, lo hallaron
completamente descabellado lo que estaba diciendo. En ese tiempo la
cruz, significaba el ser avergonzado públicamente como alguien que
había cometido algún crimen, no cualquiera era crucificado. La cruz
para los judíos era una maldición (Gálatas
3:13), era símbolo de
vergüenza y de humillación.
La persona que cargaba su
cruz, sabia que iba directamente a la muerte, y que antes iba a ser
avergonzado públicamente. Esto fue lo que sufrió Cristo por
nosotros, Pablo lo dice Hebreos
12:2.
Fijemos la mirada en
Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el
gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza
que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono
de Dios.
Todos
sabemos que Cristo no estaba diciendo que todos sus discípulos
tenían que morir en una cruz, sino que era algo simbólico, algo
implícito. ¿A qué se refiere Cristo con cargar nuestra cruz?.
Porque vemos que el cargar la cruz, no es algo que va en contra de
nuestra voluntad, ya que alguien puede decir: “yo,
ya estoy cargando mi cruz, esta enfermedad que tengo es mi cruz”,
otros pueden decir:”el
esposo/a es mi cruz”. El
cargar la cruz es una determinación o decisión. Nosotros decidimos
cargar nuestra cruz. Y aquel que decide cargar su cruz, debe estar
dispuesto a morir, debe calcular el costo de lo que significa morir.
Algunos escritores contemporáneos describen la cruz, como una de las
muertes más dolorosas que pueden existir. Nosotros tenemos que tener
el deseo de morir todos los días, morir a nuestro viejo hombre/a
1 Corintios 5:7, Gálatas 5:24; Efesios 4:22-24.
Nadie
dijo que el morir sea fácil, a nadie le gusta morir, o despojarse de
lo que ha estado aferrado por años. Para que alguien quiera morir,
debe de tener la convicción de querer agradar a su Señor. Sin
embargo, esa es la actitud, que Dios quiere de nosotros, el
despojarnos de nuestras comodidades, de nuestros sueños, de nuestras
metas, de nuestra vieja persona, para poder ser su discípulo.
Son
muy pocas las personas que sienten la necesidad de querer morir todos
los días para agradar a Dios, son aquellas que en forma figurada no
aman su vida, ya que quieren ser sepultados para nacer de nuevo. Juan
12:23-25.
Pablo
dice de él mismo, Gálatas
2:20:”
He sido crucificado
con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que
ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios,
quien me amó y dio su vida por mí.”
El
mismo determinó morir juntamente con Cristo, en otras palabras está
diciendo, ¡“He muerto a
mi vieja criatura, y ahora sirvo a mi Cristo”¡.
Cuanto
necesitamos tener esa misma actitud, el desear morir, para que Cristo
viva en nosotros. Cuantas veces decimos; ¡”Señor lléname de tu
presencia, de tu Espíritu”¡, sin saber que antes de ser llenados
tenemos que ser vaciados. Para colocar una agua limpia en un vaso que
tiene agua sucia, ¿no hay que vaciar primero el vaso, para después
llenarlo.
Otro
ejemplo es el de Nicodemo.
Juan 3:1-6.
Necesariamente
para ser discípulo de Cristo debemos nacer de nuevo, morir nuestro
“yo”, tener el deseo en nuestro corazón de cargar nuestra cruz,
y tener en cuenta el costo de lo que eso significa. Cristo nos
garantizó que si estamos en El, seríamos nueva criatura: “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas
viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”
Dios
está buscando niños, jóvenes, y adultos que determinen en su
corazón servirlo. ¿De que otra manera Dios va a levantar a esta
generación, sino la ve completamente decidida a dar la vida por
Cristo?
Grandes
hombres en la historia de la Biblia han determinado en su corazón
servir a Dios a pesar de todas las aflicciones. Por ejemplo. Daniel
1:6-8”
Entre estos jóvenes
se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de
Judá,y a los cuales el jefe de oficiales les cambió el nombre: a
Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a
Azarías, Abednego.
Pero
Daniel se propuso no *contaminarse con la comida y el vino del rey,
así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a
contaminarse.”
Cargar
la cruz. ¿Cuantos en la Iglesia, han decaído por no haber querido
cargar su cruz, los que no se sentaron a calcular el costo de lo que
eso significaba?¿Cuántos empezaron como los la Iglesia de Éfeso,
que poco a poco fueron enfriando su amor por Cristo? Los que
cimentaron piedras tras piedras, pero nunca terminaron su
construcción.
3.-
DEPENDENCIA (v.33)
Aquel
que renuncia a todos a sus bienes literalmente, ¿de quién depende?
¿Quién lo sustenta?
Esa
es la actitud que Dios desea de nosotros, una actitud de dependencia
a Él.
Sólo
aquel que es dependiente, le busca, no puede vivir un día sin la
aprobación de Dios, sólo aquel que es dependiente a Dios, se niega
a sí mismo, sólo aquel que es dependiente a Dios, carga su cruz y
le sigue, sólo aquel que es dependiente, es capaz de dejar su casa,
su familia, sus bienes, su trabajo, para servirle.
Aquel
que ha decidido depender de Dios, es muy difícil separarse de El.
Los
discípulos de Cristo, tomaron una decisión tan radical, que aunque
ellos hubieran querido separarse de Cristo, su corazón ya había
asumido depender de El. Nosotros
¿que hemos decidido?. Si
estamos interesados en las añadiduras del reino, lo mas probable es
que nuestro corazón ya no dependa de Cristo.
Juan
6:60-69.
¿Por
qué algunos le dieron la espalda a Jesús?, ¿qué es lo que ellos
pedían?
Juan
6:25-26
Jesús
sabía perfectamente que ellos andaban detrás de los panes y los
peces, y cuando ellos vieron que Jesús ya no les iba a dar de este
pan, volvieron a lo que hacían antes.
Pero
¿cuál fue la actitud de los doce?.(Juan
6:67-69)
Ellos
ya habían determinado depender de Cristo.
Alguien
que ha creído a Dios, que hace algún tiempo dijo yo serviré a
Dios, pero que en el trayecto decayó. Es muy difícil volver al
mismo camino que antes seguía. La gente descarriada es la más
incrédula al volver a Dios. Y se cumple lo que Jesús dice. (Lucas
14:34; Mateo 5:13)
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